El Bitcoin y el Ethereum son dos de las criptomonedas más conocidas, y desde su creación están generando valoraciones financieras extremadamente elevadas, lo que ha hecho que aumente el interés por su «minado». La parte mala de esto es que la minería de criptomonedas utiliza unas grandes cantidades de electricidad, hasta el punto de que ya ha provocado apagones en algunas grandes ciudades por culpa del consumo; la producción de electricidad es generalmente un esfuerzo ambientalmente dañino, y la minería está contribuyendo cada vez más a esto pero, ¿hasta qué punto es perjudicial para el medio ambiente?
A pesar de que en la minería de criptomonedas se busca siempre la máxima eficiencia (esto es el mejor rendimiento posible con el mínimo consumo), es innegable que el consumo eléctrico de las granjas de minería ha disparado la producción de electricidad, especialmente en zonas de Asia donde estas granjas son ya muy comunes. No obstante, incluso con los PCs domésticos de usuarios que simplemente quieren probar a minar criptomonedas, se está contribuyendo a elevar los consumos y por lo tanto a elevar la necesidad de producir más y más energía.
Por qué la minería tiene un gran impacto ambiental
Aunque la minería es un proceso operativo estándar para la mayoría de criptomonedas, el método exacto varía. Para los Bitcoin, la minería se basa en un algoritmo de prueba de trabajo, y para recibir el pago de Bitcoin (BTC) por extraer un bloque, debes ser el primer usuario en generar dicha prueba de trabajo. Esta es una tarea computacional para encontrar el conjunto hash de destino en el bloque, y aunque esto tiene el efecto deseado de incentivar la minería, también es perjudicial para el medio ambiente.
En efecto, se les pide a los mineros que gasten recursos en adivinar un código a cambio de Bitcoin (aunque esto es extensible a todas las criptomonedas). Como solo el primer usuario que genera la prueba de trabajo es recompensado con la moneda, es una carrera competitiva en la que dominan aquellos usuarios con el equipo de mayor potencia, lo cual tiene un efecto ambiental doble. De lo contrario, el hardware empleado para la minería podría haberse utilizado en equipos de consumo, lo que obliga a un aumento en la producción de los equipos electrónicos.
Las tarjetas gráficas se han visto especialmente afectadas por este aumento de la demanda. Desde 2017, cuando Bitcoin se convirtió por primera vez en un nombre familiar, los precios aumentaron de manera alarmante, lo que hizo que los componentes se hicieran inasequibles para la mayoría de las personas. Quizá un usuario de PC podría haber actualizado la GPU de su sistema, pero eran tan caras y escasas que no pudo hacerlo, de manera que quizá reemplazó el PC completo en su lugar.
El segundo impacto en el medio ambiente de la minería de Bitcoin es el uso de la electricidad. Aunque toda la red requiere electricidad, la minería es la parte del proceso que mayor energía consume; los cálculos por sí solos tendrían ya un buen impacto, pero cuando se combinan con el enfoque de «el ganador es quien se lo lleva todo», los equipos se quedan trabajando al máximo durante largos periodos de tiempo, haciendo que el consumo eléctrico se dispare.
El impacto del Bitcoin en el medio ambiente
Para llegar a ser el primero en lograr la prueba de trabajo para cada bloque, es necesario tener un equipo potente trabajando al máximo de sus posibilidades, algo que genera mucho calor. Esto ya es un problema en sí mismo, ya que las máquinas sobrecalentadas generalmente fallan más rápido, pero al mismo tiempo calientan el espacio circundante. A menos que administres de manera activa la temperatura ambiente, los componentes no lograrán un rendimiento óptimo, lo que reducirá además las posibilidades de minar un Bitcoin con éxito.
Para crear un entorno ideal necesitarías un sistema de refrigeración ambiental, lo que requeriría alquilar o comprar un espacio informático especialmente diseñado o una sala de servidores. Sin embargo, deberás asegurarte de generar suficientes ingresos para compensar estos costes de alquiler, el hardware y la electricidad. A medida que la minería de Bitcoin se ha vuelto más difícil con el tiempo, esto ha beneficiado a aquellos con un respaldo financiero significativo, es decir, aquellos que pueden realizar una gran inversión inicial.
Al final, el minado de criptomonedas como el Bitcoin tienen un gran impacto en el medio ambiente por muchos factores, entre los que se incluyen el consumo y producción de electricidad, el consumo de hardware necesario para el minado, el efecto invernadero que generan los aires acondicionados necesarios para refrigerar las granjas, y por supuesto el calor que generan los componentes. En definitiva, el minado de criptomonedas es perjudicial para el medio ambiente en muchos aspectos.
A principios de 2021, la compañía de vehículos eléctricos Tesla invirtió cantidades considerables en Bitcoin para permitir a los clientes comprar sus vehículos utilizando esta criptomoneda. Aunque recibió un gran entusiasmo inicial, la inversión de Tesla en Bitcoin dañó sus credenciales ambientales de empresa «verde», y es que según Digicomunist, la red de Bitcoin tiene una huella de carbono anual de 48,52 Mt de CO2, aproximadamente la huella de carbono de toda Bulgaria.
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