TSMC es uno de los contendientes más importantes en esta situación de escasez de componentes para semiconductores, y como tal en sus planes entra el invertir bastante dinero en expandir su capacidad de producción en sus distintas fábricas. Según parece, ahora los Estados Unidos están sometiendo a presión a TSMC para que reconsidere sus planes de expandir sus instalaciones en China continental, obviamente con el objetivo de que lo hagan en Norteamérica, pero en cualquier caso esto podría suponer en un retraso a la solución de la crisis de componentes que vivimos.
Actualmente, TSMC opera una fábrica cerca de Shanghai y otra en Nanjing en China, y originalmente había planeado expandir esta última a pesar de la resistencia de los EE.UU. al respecto. No se sabe si las presiones que el fabricante está recibiendo vienen del gobierno (diplomático) de los EE.UU. o de clientes de TSMC con sede en el país americano, pero lo más probable es que sea justamente una combinación de los dos.
TSMC bajo presión para no expandir su producción en China
Es bastante probable que las mismas fuerzas que estuvieron detrás de conseguir que TSMC invirtiera 3.500 millones en una instalación en Arizona con seis «Gigafabs» más en planificación sean las que ahora están ejerciendo presión sobre el fabricante taiwanés para que no siga mejorando su capacidad de producción en China. La participación de EE.UU. en la formulación de políticas de TSMC podría ser parte de una estrategia para negar la tecnología de fabricación de silicio de vanguardia a China (PRC) y ayudar a TSMC a expandir su influencia a zonas «más seguras», ya que parece ser que la situación de seguridad en Taiwán está en un estado bastante lamentable en estos tiempos que corren.
Muchas veces hemos hablado de la gran dependencia que EE.UU. y Europa tienen de las empresas tecnológicas orientales, y más todavía cuando hablamos de semiconductores, así que TSMC, como el principal fabricante al respecto, se está convirtiendo en un objetivo político muy importante y también es bastante probable que los políticos americanos estén tratando de utilizarlo como moneda de cambio para disuadir una intervención militar occidental en el país.
Ahora TSMC se encuentra en una posición de poder, pero también entre la espada y la pared. Imaginad que la compañía tiene una bolsa llena de dinero que quiere invertir, y lo más rentable para ellos es invertirla en sus fábricas de China porque son las más cercanas a ellos y las que menos costes logísticos y humanos tendrían, por lo que la rentabilidad es mayor. Sin embargo, la situación en Taiwán es tensa y la compañía está recibiendo presiones para que esa bolsa de dinero termine en sus fábricas estadounidenses, aunque tengan un mayor coste logístico y humano, con la amenaza velada de una intervención militar para mitigar la mala situación actual de Taiwán (esto se llama coacción, todo sea dicho).
En cualquier caso, el resultado va a ser malo para todos. Primero porque TSMC ahora tendrá que sopesar sus posibilidades y ver qué es lo que hace con esa bolsa de dinero, dando como resultado que va a retrasar cualquier inversión que planeara realizar hasta tomar una decisión. Segundo porque decida lo que decida va a salir perdiendo: si al final decide no ceder a las presiones de EE.UU. e invierte en sus fábricas de China, el gobierno Norteamericano podría cumplir sus amenazas e iniciar una intervención militar en Taiwán que podría echar por tierra todos los esfuerzos de TSMC, mientras que si al final decide invertir en sus fábricas de Arizona esto (en principio) no sucedería pero sería una inversión bastante menos rentable para ellos.
Y, mientras tanto, la situación de escasez de chips sigue en auge y no se ve una solución en el horizonte, porque cada vez que una empresa intenta realizar una inversión para paliarla parece que siempre hay motivos políticos y económicos que le ponen trabas.
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