El hartazgo de Ucrania con el agujero que existe en torno a las sanciones internacionales es palpable y numérico. La inteligencia de Kiev tiene cientos de informes en su poder que revelan que los drones rusos se han pasado esas sanciones por el forro. Y no solo drones, incluso en los tanques. Lo último: Ucrania se ha puesto a analizar piezas de los últimos misiles de crucero y balísticos de Moscú.
Y lo que encontraron es un Deja vú.
Circuito clandestino. Tres años y medio después del inicio de la invasión, Ucrania sigue desguazando los últimos misiles y drones rusos y encontrando dentro decenas de miles de piezas fabricadas en Occidente, la mayoría de sus “aliados” (microcontroladores, sensores, conectores, conversores) procedentes de países que en teoría han embargado el suministro: Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Suiza, Países Bajos, Corea del Sur, Japón, Taiwan.
Por supuesto también, aliados de Moscú como China. De hecho, Zelenski cifró en más de 100.000 los componentes extranjeros hallados solo entre 550 vectores usados en un único bombardeo reciente, constatando que las sanciones no han cerrado el grifo: si acaso lo han encarecido y ralentizado, pero no secado.
El mecanismo de fuga. Lo hemos contado antes. El modo de entrada no exige espionaje sofisticado, sino aprovechar grietas del comercio global: piezas de “doble uso” vendidas a actores civiles que luego se desvían, componentes colocados en mercado antes de las sanciones, redes de empresas pantalla y corredores en jurisdicciones laxas, y compras trianguladas vía terceros países que no aplican o no ejecutan los controles.
Las sanciones dieron a Occidente tres años para cerrar brechas, pero también dieron a Rusia (y a quienes trafican para ella) el mismo tiempo para aprender a sortearlas. En la práctica, es un mercado: si se paga más, siempre hay alguien dispuesto a mover la mercancía con capas de opacidad suficientes para romper la trazabilidad.
Irán y Corea del Norte. Moscú se apoya en dos veteranos del régimen sancionador: Irán (que lleva décadas refinando la ingeniería del “border hopping” comercial) y Corea del Norte (capaz de mover componentes y sistemas completos pese a estar formalmente embargada).
La cooperación con ambos no solo transfiere material: transfiere método. Tanto las rutas logísticas como las técnicas de camuflaje corporativo y financiero migran ahora a la cadena rusa de abastecimiento militar.
Lo que se puede y lo que no. Recordaban en Insider que Occidente endurece el perímetro: guías de cumplimiento a empresas, “catch-all” para bloquear exportaciones sensibles (aunque no estén listadas), inspecciones de frontera, amenaza penal a reincidentes, cierres de lagunas cuando Ucrania identifica piezas concretas.
Pero, aun así, el régimen no es hermético: el comercio global de componentes es masivo, la triangulación vía terceros países es estructural y ya existe producción “pirata” de sustitución que replica o falsifica piezas sancionadas. Por diseño, el control es reactivo: es como si cada nuevo cierre animara a Moscú a buscar una ruta alternativa.
Eficacia parcial. Plus: que los embargos no hayan cortado el flujo no significa que sean irrelevantes. Londres estima que las sanciones han privado a Rusia de al menos 450.000 millones de dólares y han multiplicado por hasta seis el precio de piezas duales, drenando liquidez de guerra y añadiendo fricción temporal a la cadena militar rusa. Eso, a priori, penaliza ritmos, calidad, escalado y mantenimiento, incluso si no se evita que el material acabe llegando.
El límite estructural. Si se quiere, el control de exportaciones es un instrumento de poder blando: su potencia real depende de lo que el resto del mundo esté dispuesto a hacer y a tolerar. Puede elevar el coste, estrangular cuellos, penalizar intensidades, pero difícilmente puede sellar una economía-Estado del tamaño ruso conectada a intermediarios globales dispuestos a cobrar por el riesgo.
El resultado es una guerra industrial donde el bloqueo nunca es binario (fluye / no fluye), sino más bien marginal: subir el coste por disparo ruso, reducir la cadencia, empujar fallos por estrés logístico y comprar tiempo, pero difícilmente impedir que un chip fabricado para un portátil termine gobernando el guiado de un dron kamikaze sobre una ciudad ucraniana.
Imagen | Ministry of Defence of the Russian Federation
–
La noticia
Ucrania ha abierto los misiles de crucero y balísticos de Rusia. La guerra es imposible si tus aliados les fabrican las armas
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
.