De un tiempo a esta parte, la posición de Taiwán en el equilibrio estratégico global se ha convertido en uno de los ejes principales sobre los que se articula la competencia de poder entre Estados Unidos y China. La isla no solo representa un punto de identidad política para Pekín o un símbolo de compromiso democrático para Washington, sino también un nodo geográfico decisivo en la arquitectura militar del Pacífico.
Y luego hay un estrecho entre ambos.
Las distancias. El acceso marítimo a la isla, las rutas aéreas que la circundan y la estrecha franja de aguas que la separa de Filipinas y Japón definen buena parte del tablero en el que se decide hasta dónde puede proyectarse la fuerza china y hasta dónde puede contenerse desde fuera.
Así, la crisis que se perfila no está hecha únicamente de declaraciones o doctrinas: está hecha de islas concretas, corredores marítimos estrechos y decisiones políticas tomadas en comunidades pequeñas que, de improviso, se convierten en frontera geopolítica.
El estrecho bélico. Contaba en un extenso reportaje Reuters que la cadena de ejercicios militares continuos y el despliegue de misiles antibuque en las islas más septentrionales de Filipinas revelan una estrategia estadounidense que asume que el control de los estrechos del Pacífico occidental es decisivo para impedir que la armada china opere con libertad en mar abierto.
Y en ese punto, la provincia de Batanes, hasta hace pocos años un territorio tranquilo dedicado a la pesca y a la agricultura de subsistencia, se ha convertido en un punto de importancia crítica, debido a su posición en el extremo sur del Bashi Channel, la estrecha vía marítima que conecta el mar de China Meridional con el Pacífico occidental.
Bashi se encuentra entre la isla Mavulis y la isla Orquídea
La llegada de un arsenal. El establecimiento de una presencia militar rotatoria, pero prácticamente permanente, con despliegues de sistemas de misiles móviles capaces de bloquear el paso de buques de superficie, ha transformado este territorio en un componente esencial de la llamada Primera Cadena de Islas, la línea de contención que Estados Unidos, Japón y Filipinas pretenden mantener para limitar la capacidad china de influir más allá de sus aguas litorales.
Las poblaciones locales, conscientes del precedente histórico de 1941, viven con el temor de ver cómo su día a día puede verse repentinamente interrumpido por la lógica de la disuasión o de la escalada.
Ejercicios del Liaoning en el Pacífico
La incertidumbre de filipinas. El gobierno de Manila se mueve en la paradoja de un país que no desea verse arrastrado a una guerra, pero que reconoce que la geografía hace inevitable cualquier implicación en caso de conflicto en el estrecho de Taiwán. La administración de Ferdinand Marcos Jr. ha reabierto sin ambigüedad la cooperación militar con Estados Unidos, otorgando acceso ampliado a bases en Luzón y reforzando el número y la duración de los ejercicios conjuntos.
Ante la posibilidad de un ataque o un bloqueo sobre Taiwán, Filipinas se prepara no solo para operaciones de defensa, sino para el retorno forzoso de decenas de miles de trabajadores filipinos desde la isla. La perspectiva de un flujo repentino de refugiados, interrupciones en las rutas de abastecimiento y la necesidad de operar bajo condiciones de escasez han llevado a las autoridades provinciales a plantear planes de contingencia agrícolas y logísticos que devuelven la vida cotidiana a un estado de prudente alerta.
China y la reunificación. Para Pekín, la cuestión de Taiwán es presentada como un asunto interno que no admite negociación externa. El liderazgo chino sostiene que la reunificación es una dirección histórica que tarde o temprano se concretará, y que cualquier intervención extranjera constituye una violación inaceptable de su soberanía.
De ahí que la presencia militar estadounidense en Filipinas, el despliegue de misiles y la intensificación de los ejercicios sean interpretados por China no como medidas defensivas, sino como intentos deliberados de restringir su margen de acción y condicionar su capacidad de respuesta. El aumento de las operaciones navales chinas a través del Bashi Channel, la presencia de grupos de portaaviones en el Pacífico occidental y las tácticas de presión de baja intensidad contra patrullas filipinas se inscriben en un juego de señales cuidadosamente calibrado.
La ambigüedad de Washington. Esta semana, Donald Trump ha reiterado que Xi Jinping conoce las consecuencias de un ataque contra Taiwán, mientras se niega a concretar si Estados Unidos interviniera militarmente. Este gesto de opacidad, fiel a la doctrina de ambigüedad estratégica, busca mantener a la vez la disuasión sobre Pekín y el control sobre las decisiones de Taipéi, evitando que la isla declare una independencia formal que pudiera acelerar el choque.
La diferencia respecto al enfoque del gobierno anterior es de tono más que de fondo: si Biden tendía a verbalizar de forma explícita la defensa de Taiwán, Trump desplaza el énfasis hacia la percepción de riesgo por parte de los líderes chinos. La ambigüedad no solo preserva margen diplomático; también evita encadenar automáticamente a Estados Unidos a una guerra abierta si se produjera una escalada inesperada.
Islas clave. Así las cosas, la preparación para un posible conflicto en torno a Taiwán no está ocurriendo en centros de poder abstractos, sino en territorios insulares donde la vida cotidiana depende de barcos de abastecimiento y donde cada viento del Pacífico trae consigo la memoria de conflictos pasados.
La ampliación de presencia militar estadounidense en Filipinas, la presión china por romper los límites impuestos por la cadena de islas y la ambigüedad calculada de Washington forman un equilibrio inestable que ya modifica la vida en esas comunidades. El futuro de la región no se decidirá solo en grandes cumbres diplomáticas, sino en la capacidad de unos pocos territorios estrechos de convertirse en barrera, acceso o detonante de un cambio mayor en el orden global.
Imagen | PiCryl, NATO, rhk111, Army Map Service
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La noticia
A menos de 150 kilómetros de Taiwán EEUU no para de acumular misiles. Es lo más parecido a la preparación de una guerra
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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