Las terrazas de los hosteleros se han convertido en una enorme patata caliente para los ayuntamientos. No es nada nuevo. Su convivencia con los vecinos, sobre todo en los barrios más turísticos y con mayor concentración de viviendas (como ocurre en muchos cascos históricos) llevó hace años a no pocos ayuntamientos a tomar medidas y declarar zonas acústicamente saturadas. Sin embargo casos como el de Logroño recuerdan que las terrazas siguen siendo foco de debate. Y sobre todo que no siempre es fácil equilibrar los intereses de los bares y vecinos.
Allí, de hecho, han generado una espinosa polémica.
¿Por qué Logroño? Porque su Ayuntamiento se ha propuesto actualizar la ordenanza de terrazas. De hecho el documento pasará hoy mismo por el pleno local, encabezado por el alcalde Conrado Escobar y donde el PP tiene mayoría. La nueva norma acarreará cambios importantes para el sector y llega precedida de un intenso debate. Sin embargo si por algo destaca (o no) es por habérselas apañado para ser diana de las críticas tanto de los vecinos del casco histórico como de los hosteleros. Ambos recelan de la regla, aunque por razones distintas.
¿Qué dice la ordenanza? El Ayuntamiento defiende que «reordena» el espacio público y «reduce» el horario y la superficie de las terrazas. Para ser más precisos el Gobierno municipal destaca tres puntos. El primero, un recorte significativo en el horario de estas instalaciones: de domingo a jueves su hora máxima será las 00.00 h y los viernes, sábados y vísperas de festivos, las 1.30 h. «Se reduce una hora diaria de apertura de domingo a miércoles, dos los jueves y media los fines de semana con respecto a la norma vigente», aclaran desde el Consistorio.
¿Y los otros dos objetivos? Pasan por la «reordenación del espacio público», restringiendo la superficie que puedan ‘colonizar’ las terrazas para dar «prioridad» a los peatones y aumentando la tasa de ocupación. Otra de las pautas que figurará en la ordenanza tiene que ver con el número de mesas y sillas que puede instalar cada local para buscar la «proporcionalidad entre el espacio ocupado y los metros cuadrados que los negocios tienen concedidos en sus licencias». La superficie máxima autorizable también sufrirá un tijeretazo: de 120 a 100 m2.
¿Qué dicen los hosteleros? Que es una pésima idea. Y que tendrá consecuencias que van más allá del sector. En declaraciones recogidas por Europa Press, Hostelería Riojana advierte de que la ordenanza «echa por tierra una parte esencial de la actividad de bares, cafeterías y restaurantes de la ciudad» y advierte de que las terrazas son «una seña de identidad» de Logroño, una que a partir de ahora «quedará limitada y restringida de manera desproporcionada».
«Pone en riesgo el turismo de Logroño y por tanto la viabilidad del sector hostelero en la ciudad, ya que parte de sus ingresos provienen de estos espacios», insisten.
Los hosteleros van más allá y apuntan que con la nueva ordenanza el Ayuntamiento «no asegura el debido equilibrio» en la convivencia entre vecinos y negocios y deja en una posición delicada a los hosteleros locales, «aumentando la inseguridad jurídica y fomentando decisiones arbitrarias». En resumen, el sector considera que la regla supone «un verdadero varapalo» para el turismo y demanda al Ayuntamiento que la revise. De hecho en junio llegó a presentar más de veinte páginas de alegaciones al borrador, aunque la mayoría no cuajaron.
¿Y los vecinos? No están mucho más contentos. Al menos los del centro histórico. La asociación Demanda Casco Antiguo ya ha mostrado su malestar y acusan al alcalde de mostrar «pleitesía» hacia «el lobby hostelero», desperdiciando de paso la oportunidad de mejorar la norma actual. «Es una ordenanza cobarde, que nada tiene que ver con la que propusieron los técnicos municipales hace unos meses y que, en la práctica, supone quitar cuatro mesas y media hora menos a la especialmente generosa con la hostelería y anacrónica normativa de 2012, que había convertido a Logroño en el paraíso del botellón y turismo de borrachera».
¿Hay lago más? Sí. Una de las claves de su enfado son las diferencias entre el borrador de la norma y el proyecto final. Como recuerdan, el primer documento adelantaba el cierre los fines de semana a las 1.00 h, cuando debían estar recogidas las mesas. El Gobierno acabó incorporando una enmienda que elevó el tope a las 1.30 h los días de mayor demanda, como los viernes sábados y festivos.
Otro de los cambios más sensibles está relacionado con el tamaño autorizado para las terrazas en función de la superficie de los locales. De tomar como referencia el área útil se habría pasado al real, lo que incluye baños, cocina o almacén. El propio Consistorio recuerda que el anteproyecto se aprobó en febrero y más tarde pasó por una fase de alegaciones antes del recibir un primer plácet en mayo.
¿Pasa solo en Logroño? No. Hace un año os contábamos como Sevilla quería revisar su ordenanza para facilitar la convivencia entre las terrazas de veladores y los vecinos, lo que también desató un debate considerable allí. Otras localidades, como Madrid, Vigo, Barcelona o Málaga, por citar solo un puñado de ejemplos, han comprobado en sus carnes lo complicado que es regular terrazas.
De telón de fondo está el enorme peso que tienen en el sector español: un informe de 2021 publicado por el Ayuntamiento de Madrid estimaba que las terrazas, «una fuente de ingresos sustancial», aportan entre el 20 y 25% de la facturación de los negocios. El cálculo se elaboró en plena pandemia, pero aún así resulta revelador.
Imágenes | Ayuntamiento de Logroño y Kris Arnold
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La noticia
Las terrazas de bares llevan años colonizando las plazas de España. Logroño está comprobando lo difícil que es cambiarlo
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
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